Whitefield, su rostro —en palabras de Whitefield— resplandecía. El rostro de Edwards resplandecía y le caían lágrimas por las mejillas. Edwards reconocía este elemento autoritativo, esta predicación. Whitefield estaba en el Espíritu. Edwards estaba en el Espíritu, y los dos [hombres] estaban unidos. Toda la congregación y el predicador se encontraban en manos de Dios. Eso es la predicación12. La predicación que el Dr. Lloyd-Jones practicó y promovió fielmente está muy lejos de las artimañas que
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